Desde hace muchos años, veo que numerosas personas tienen como único
objetivo en la vida, ganar dinero. Personas de todas las edades,
afanadas por el trabajo y obsesionadas con el mismo fin. Dispuestas a
dedicar muchas horas, días y semanas del año para alcanzar sus deseos.
Personas que se están convirtiendo en máquinas de generar ideas para
hacer negocios y ganar más y más. Y, si la cosa funciona, todavía
dedican más tiempo y energías para seguir ganando dinero. Su objetivo es
generar un imperio. Su vida es como subir por una escalera que no tiene
fin. Unos pocos lo logran, otros se quedan en el camino… Pero son los
menos los que reflexionan sobre las cosas importantes de la vida y se
plantean otro tipo de objetivos.
Me parece muy bien que cuando uno es joven y tiene una familia,
trabaje para darles lo mejor y piense en el futuro y el bienestar de los
hijos, dándoles una estabilidad económica que les sirva de base para
que ellos puedan seguir adelante. Pero desde hace un tiempo, he
comenzado a analizar la actitud de varios empresarios y quiero
mencionarlos para que veamos lo equivocados que están en sus
planteamientos.
El dueño de un conocido supermercado, trabaja incansablemente más de
doce horas diarias durante todo el año y, en vacaciones, envía a su
familia sola, porque le es imposible abandonar su negocio por dos
semanas.
Otro caso es el de un conocido comerciante, que, debido al estrés del
trabajo, comenzó a tener problemas de salud. El médico le recomendó que
descansara unos días y se olvidase de sus responsabilidades. Hizo caso a
la recomendación, y se fue a descansar con su esposa a un bonito lugar,
pero como no podía con su ansiedad, llamaba constantemente a sus
empleados, para saber cómo iba todo. El tiempo de reposo no le sirvió de
nada, porque se llevó todos sus negocios y responsabilidades a cuestas.
Conozco a un gran empresario que trabajó desde los siete años y formó
un imperio. Cuando tuvo edad de jubilarse y aprovechar los años que le
quedaban, decidió construir otra fábrica para ampliar el negocio. Tardó
varios años en ponerla en funcionamiento y ahora con ochenta y siete
años, se da cuenta de lo equivocado que estuvo… pero claro, ¡ya es tarde
para arrepentimientos!… La vida se le fue y ya no le queda tiempo para
disfrutar de todo el sacrificio que hizo durante ochenta años.
Mi abuela vivió hasta los ciento dos años… Desde que tengo uso de
razón y hasta que falleció, siempre le escuché la misma historia: El
dinero no me alcanza… La situación está difícil y no llego a fin de mes…
En su mente solo había palabras negativas y estaba obsesionada con
ahorrar, guardar… por si acaso… Pasó toda su vida con el mismo
pensamiento, porque nunca planifico su vida. Todo se quedó en palabras.
Quizás al leer estas historias, tu mente te haga recordar a alguien
en particular… Sería normal, porque hay millones y millones de personas
con este pensamiento. Viven pobres, con necesidades y dejan este mundo
sin llevarse nada. Los que consiguen dejar algunas riquezas para sus
herederos, también dejan grandes conflictos entre ellos.
Un amigo me dio una lección de cómo planificar la vida. El es un
ingeniero que en su momento tenía diez empleados a su cargo. Trabajó
para empresas petroleras y sus ocupaciones eran de muchísima
responsabilidad. Un día conversando me dijo: cumplí sesenta y cinco
años, si Dios lo permite me quedan entre quince a veinte años más de
vida. Económicamente tengo suficiente para cubrir todas las necesidades
que pueda tener. He decidido seguir trabajando a tiempo parcial, solo
para estar en contacto con el mundo que me rodea, pero dedicaré la mayor
parte de mi tiempo a viajar y hacer todas aquellas cosas que siempre
soñé. A partir de ahora, disfrutaré todo lo que pueda.
Creo que alcanzar metas económicas es algo natural en cada uno de
nosotros. Todos queremos tener una casa con todo el confort, un auto
nuevo y todo lo que deseamos. Todo eso está muy bien. Lo malo está en
dejar las cosas más importantes para perseguir objetivos económicos y
materiales de una manera desmedida y ambiciosa, como si fuéramos a estar
en este mundo para siempre.
Debemos mirar dónde está el techo de nuestros objetivos. Debemos ser
sabios administradores de nuestro tiempo y aprender a darnos el espacio
para disfrutar de todo lo que hemos logrado con esfuerzo. Si lo dejamos
para más tarde, pensando que todavía vamos a vivir por muchos años, nos
equivocaremos. El día es hoy y el tiempo es ahora…
«Hay gente tan pobre, que solo tiene dinero»
Fuente: www.Reflexionesparaelalma.net