lunes, 3 de diciembre de 2012

ALICE HERZ, LA JUDIA A LA QUE ADMIRARON LOS NAZIS DURANTE EL HOLOCAUSTO

Su increíble talento con el piano le salvó la vida en el campo de concentración de Theresiendstad


Pulse para ver el video

Alice, de 109 años
Su talento le salvó la vida. Con esta frase podrían resumirse los 109 años de Alice Herz-Sommer, más de un siglo marcado por la tristeza, la guerra, el horror del Holocausto y la pérdida de casi todo lo querido. La retahila de acontecimientos que han marcado su longeva vida no se reflejan, en cambio, en los surcos de su rostro, que muestran a su vejez la vitalidad y el optimismo de quien nunca ha temido a nada. Escucharla tocar es un privilegio del que todavía hoy muchos disfrutan: son las notas de quien hubiera tenido una más que prometedora carrera de no haber vivido el infierno de la guerra.
Alice Herz-Sommer nació en Checoslovaquia en 1903. Procedente de una familia acomodada, su talentosa madre le inculcó el amor por el arte y la música. En su casa ya se respiraba el talento. Franz Kafka, amigo de la familia, fue una de las muchas personalidades con quien Alice compartió charla y mantel. Todos reconocieron el talento de Alice en cuanto la escucharon tocar, pero nunca pensaría que este talento innato, además de su compañero de vida y su profesión, sería el instrumento que la salvaría de lo que la vida le tenía preparado.
Varios libros y entrevistas relatan la vida de Alice Herz-Sommer. El último de ellos, «El mundo de Alice», de Caroline Stoessinger, (Zenith), es fruto de numerosas conversaciones con la artista en el salón de su casa al norte de Londres.
Alice Herz, la judía a la que admiraron los nazis durante el Holocausto
En 1939 comenzó el verdadero calvario para esta checa a la que la suerte le dio la espalda. Fue el año en que Hitler invadió Checoslovaquia y expulsó de allí a los judíos cuando su talento empezó a ayudarla. Un soldado nazi, vecino del mismo edificio en que vivían la pianista y su familia, consiguió retrasar al máximo el envío de la artista a un campo de concentración al quedar maravillado con su exquisita música. Lo que no pudo evitar, no en vano, fue que la ya anciana madre de Alice sí se viera abocada a abandonar Checoslovaquia y corriera una trágica suerte.

«El soldado nazi fue el más humano»

El momento del horror llegó verdaderamente en 1943, cuando Alice, su marido y su hijo Raphael fueron enviados al campo de concentración de Theresienstadt (Terencin), donde la artista perdió todo con lo que había crecido. «Nos quedamos sin nada», relata la artista. Durante su marcha, numerosos vecinos y amigos no judíos de la pianista acudieron a su domicilio, no para despedirse, ni para darle suerte, sino para hacerse con todas sus pertenencias de cara a su repentina marcha. «Mis amigos que no eran judíos ya ni me miraban». Su vecino, el soldado nazi, fue para Alice «el más humano de todos ellos».
En Theresiendstad el régimen reunió a numerosos artistas: músicos, actores, escritores...«todo era propaganda, nos querían mostrar al mundo mientras asesinaban a nuestros amigos». Sin embargo, cuando celebraba sus conciertos -dio al menos cien en el campo de concentración- la pianista notaba la presencia de soldados del régimen que, en secreto, eran fervientes admiradores de su música.
Alice Herz, la judía a la que admiraron los nazis durante el Holocausto
Así lo relata Caroline Stoessinger en su libro: [Según pasaban los meses, varios de esos jóvenes fueron haciéndose famliares. Alice incluso vio aplaudir a uno hasta que un compañero le dio un toque, para recordarle que la apreciación de cualquier persona o cosa judía estaba prohibida. Una noche, cuando salía de las barracas de Magdeburgo para ir a sus dependencias, un joven oficial se acercó a ella. (...) "Por favor, quiero darle las gracias. Toca el piano estupendamente]. Poco después, otro soldado alemán interrumpiría su camino para asegurarle que ni ella ni su hijo entrarían en ninguna lista de deportación.
Quien sí fue deportado fue su marido, enviado en 1944 al campo de concentración de Auschwitz. Poco antes del fin de la guerra el hombre moría dejando a Alice sola con su único hijo. La pesadilla de Theresiendstad terminaba el 9 de mayo de 1945. «Cuando volví a casa nadie regresó, ni mi familia, ni mis amigos. Ahí fue cuando me percaté de lo que había hecho Hitler». «Tocaba Chopen mientras ellos enviaban a mi familia a la muerte», relató hace poco la superviviente a un rotativo británico.
Pasado el 9 de mayo de 1945 Alice borró de su mente el tiempo vivido en Theresiendstad. Jamás volvió a hablar de ello y evitó el tema con todos los amigos que le preguntaron por aquella dura etapa. Solo ahora, cuando la anciana relata su vida, saca a relucir lo que ocurrió en ese lugar.
Tras la guerra, Alice y su hijo se mudaron a Israel, donde Raphael se convirtió en un afamado violonchelista. Más tarde la anciana se afincaría en Londres para pasar su vejez junto a él, pero la muerte repentina del músico, en 2001, volvió a impregnar de tragedia su vida. No obstante, Alice jamás ha borrado la sonrisa de su rostro: «En lugar de empecinarse en los problemas, ¿por qué no ver las cosas buenas de la vida?». 

Fuente:

LAS 5 SUPERARMAS NAZIS QUE PODRIAN HABER DADO LA VICTORIA A HITLER

Desde un cañón que dispara rayos solares hasta una máquina que genera torbellinos. Esta tecnología podría haber acabado con los aliados si se hubiera construido en masa

Las 5 superarmas nazis que podrían haber dado la victoria a Hitler
AP
La guerra podría haberse decidido si estas armas se hubieran construído en masa
De ciencia ficción. Quizás estas sean las palabras que mejor definan el súper armamento que los científicos nazis trataron de crear durante toda la Segunda Guerra Mundial y que, de haberse fabricado varios meses antes, podría haber inclinado la balanza del lado de Hitler
Desde cañones que trataban de usar la energía de los elementos naturales para acabar con los enemigos del Führer hasta máquinas con tecnología punta y en las cuáles está basado una gran parte del armamento actual. Los nazis, dedicaron durante años gran parte de sus recursos a tratar de fabricar armas que les dieran la victoria sin apenas sufrir bajas en el campo de batalla.
«Todos los expertos en armamento del III Reich han destacado un hecho evidente: si la investigación se hubiese adelantado tan sólo un año, el resultado de la contienda podía haber sido muy distinto», afirma el escritor José Lesta en su libro «El enigma nazi» (editado por Edaf). «Sin embargo, el propio sistema nazi propició también el derrumbe final del Régimen bajo el peso de los abultados y multimillonarios gastos destinados a las revolucionarias ‘armas maravillosas’», sentencia.
Y es que, el desarrollo de estas armas revolucionarias también costó una auténtica fortuna a los seguidores de Hitler, aún cuando algunas no podían fabricarse más que en la imaginación. Sin embargo, tampoco se puede negar que, gracias a estos «sueños», Alemania se adelantó varios años a la capacidad tecnológica de su época.

Las «armas limpias»

De entre todos los inventos que los nazis idearon para la guerra, los que más destacan por su originalidad son las denominadas «armas limpias», llamadas así debido a que utilizaban la energía del medio ambiente para funcionar.
1 - La primera de ellas es el «cañón de viento», un artefacto ideado para lanzar rayos de aire. «Diseñado en Stuttgart durante la guerra, era un tipo de arma que podía emitir un flujo pulsante de aire comprimido. Feo y grotesco en apariencia, estaba construido con un gran caño curvo con un codo en forma de giba», determina el experto.
Este cañón funcionaba presuntamente con oxígeno e hidrógeno en proporciones moleculares, los cuales, al unirse, creaban una mezcla mortal que se podía llegar a disparar. «Lanzaba, tras una violenta detonación, un proyectil ‘de viento’, una especie de golpe de aire comprimido y vapor de agua que tenía un efecto similar al de una granada», explica Lesta.
Al parecer, y según determina el escritor: «Las pruebas se realizaron en Hillersleben, y se logró destruir planchas de madera de 2,5 centímetros de grosor a 183 metros de distancia». En palabras de Lesta, un prototipo de este cañón fue instalado sobre un puente sobre el río Elba para su protección, pero nunca fue utilizado.
2 - Otra «arma limpia», según determina Lesta, fue el «cañón sónico», creado en los años 40 por el doctor Richard Wallauschek. «Estaba formada por dos reflectores parabólicos conectados por varios tubos que formaban una cámara de disparo. A través de los tubos entraba en la cámara una mezcla de oxígeno y metano que era detonada de forma cíclica», explica el experto.
«Las ondas de sonido producidas por los explosivos, por reflexión, generaban una onda de choque de gran intensidad que creaba un rayo sónico de enorme amplitud. La nota aguda que enviaba superaba los 1.000 milibares a casi 50 metros. A esta distancia, medio minuto de exposición mataría a cualquiera que se encontrara cerca, y a 250 metros seguiría produciendo un dolor insoportable», determina Lesta.
A pesar de que el «cañón sónico» podría haber revolucionado el mundo armamentístico de la II Guerra Mundial, finalmente no se llegó a utilizar debido a su gran tamaño (pues, al parecer, una de sus piezas medía más de tres metros). Sin embargo, algunos documentos afirman que llegó a probarse contra animales.
3 – El tercer artefacto con el que se hicieron pruebas fue la conocida como «arma vórtice», el cual tenía la finalidad de crear torbellinos para derribar a los aviones aliados. «Se construyó en el Instituto Experimental de Lofer, en el Tirol austríaco. Diseñada por el doctor Zippermeyer, tenía como base un mortero de gran calibre que se hundía en el suelo y disparaba proyectiles cargados de carbón pulverizado y un explosivo de acción lenta», sentencia Lesta.
Al parecer, el objetivo que se buscaba con este curioso invento era derribar a los aeroplanos enemigos en el momento en que explotase la mezcla. Este revolucionario artefacto, sin embargo, no surtió efecto en sus primeras pruebas, por lo que se intentó mejorar.
«Se llegó a la conclusión de que se podrían producir oscuros y enormes torbellinos a base de polvo de carbón con la potencia suficiente para romper las alas y la estructura de los aviones aliados. El alcance del arma se cifró en unos 150 metros», explica el experto en su libro. Según parece, este original cañón no llegó a utilizarse nunca como tal, pero sí algunas armas basadas en el viento.
4 – Finalmente, y dentro del armamento climatológico, destacó el «cañón solar», el cual utilizaba la energía de este astro para lanzar un gigantesco rayo de calor sobre los aviones enemigos. «Los bocetos iníciales mostraban un gigantesco reflector que, a modo de espejo, debía captar una gran cantidad de rayos solares focalizándolos en una zona determinada», aclara Lesta.
Sin embargo, y a pesar de que presuntamente se construyó un modelo inicial de este aparato, tampoco se llegó a utilizar en combate debido a que el prototipo fue robado por los americanos casi al final de la guerra. «Nunca se volvió a saber nada más acerca del mismo», finaliza el experto.

Una bomba revolucionaria

5 - Finalmente, la última de estas curiosas armas fue la llamada «bomba endotérmica». «Se trataba de explosivos que serían lanzados por aviones de gran radio de acción y con capacidad para, al detonar, crear una zona de intenso frío que congelaría en un radio de un kilómetro toda forma de vida de manera temporal. Es uno de los ingenios de los que menos información se dispone», sentencia el escritor.

Fuente:
MANUEL P. VILLATORO www.abc.es